martes, 16 de octubre de 2012

Ciudadanos de un lugar... ¿llamado mundo?

Por primera vez en mucho tiempo veo "deportividad" en el deporte. Paradójico, ¿verdad? Hacía tiempo que nos hacía falta una lección como esta, en que dos eternos rivales pueden llegar a ser compañeros, marcando sus diferencias únicamente en los 90 minutos que se enfrentan, mas deberían transmitir a los espectadores que no es nada más que un juego, un entretenimiento hacia los espectadores.

Puede sonar un poco hipócrita lo que acabo de escribir, dado que ya he puesto anteriormente por activa y por pasiva que uno de mis deseos es la independencia catalana, y al ver la roja, y más aún, una muestra de compañerismo entre dos jugadores de bandos opuestos hace reflexionar en que las diferencias no son tanto como parecen.

A lo largo de toda mi vida me han hablado de tolerancia, respeto e igualdad, y son valores que siempre defenderé. El otro día leí una frase a la cual no le faltaba razón: "la xenofobia se cura viajando", y a pesar de que nunca en la vida me he sentido ni me sentiré racista creo que la comparto, dado que si se viajara más la sociedad sería más tolerante, y admitiría por fin que la diversidad culturiza.
Muswell Hill, London. England.  Julio 2005

Yo no he tenido la oportunidad de hacer grandes viajes, pero sí que he podido permitirme ir a estudiar algunos veranos fuera y allí conocer a gente de diversos puntos del mapa, y remitiendome a la frase anterior, no sólo se cura la xenofobia, sino que además se aprende de las demás culturas.

Estamos en un contexto ajetreado en diversos aspectos, en el cual se habla de "españolizar a los catalanes". ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a llegar? Yo, personalmente, nunca me he sentido catalana, pero los acontecimientos hablan por sí solos, el individuo es producto de una sociedad, y desde hace 20 años vivo en la sociedad catalana. No soy catalana, pero he crecido y "madurado" aquí en Cataluña. Mis sentimientos tiran hacia Galicia, viví en Palencia unos años y luego llegué a Barcelona. Hasta hace meses, o pocos años he empezado a compartir el sentimiento catalanista, ya que parece ser que no es posible la convivencia de un estado y una nación, dos conceptos distintos, cuando el primero es puramente político el segundo tan solo hace referencia a un sentimiento y a una cultura. Poco a poco el centralismo español ha dado de lado a una de las locomotoras de la economía española: Cataluña, y aunque no me sienta catalana, las oportunidades que he tenido aquí no sé si podría haberlas tenido en Galicia o en Castilla, sé que hubieran sido diferentes, pero sé que soy quién soy gracias al enrequecimiento personal adquirido aquí en Cataluña, y hablo desde el punto de vista de descendencia inmigrante, tanto del norte como viene siendo Galicia y del sur, como mi abuela materna andaluza. Años atrás me hubieran saltado las lagrimas al ver una barrera entre Cataluña y España, a día de hoy, esta barrera es un deseo, ya que "España" no deja crecer a los catalanes, o mejor dicho, a los ciudadanos de Cataluña, que es en este último término dónde me incluyo.

Es triste pensar así, pero es lo que toca, las cosas cambian y a veces los paradigmas políticos deben cambiar.

Recuerdo la película de Babel, una gran película. Es un poco casuística, pero poco a poco se va siguiendo el hilo a partir de una escopeta que toma la metáfora de la Torre de Babel.

La conclusión de todo ello, es que las diferencias entre culturas nos las ponemos nosotros mismos, ya que en el fondo, en todos los lugares del mundo son las mismas cosas que nos pueden hacer llegar a la desgracia o a la felicidad.

Tendremos pieles diferentes, tendremos diferentes dioses, tendremos distintas costumbres... pero al fin y al cabo, todos somos humanos, ciudadanos de un lugar llamado Mundo.

¿Por qué crear fronteras? ¿Qué ganamos?


Schuman, padre de la Unión Europea, engendró una idea de federalismo, una unión frente a los americanos cuando Europa no era más que unas ruínas de guerra. Ahora esta unión es meramente económica, basándose en la circulación de capitales, aunque casi todos destinados hacia un mismo fin que cada vez está ma´s cerca de la corrupción y el enriquecimiento de los altos cargos. Yo defiendo la idea inicial de Schuman, pero nos hemos alejado demasiado.

¿A dónde quiero llegar con todo esto? En que las diferencias no es más que el trabajo político de cizañear a los ciudadanos, como por ejemplo el boicot a los productos catalanes a día de hoy.

En fin, ojalá algún día todos podamos sentirnos como "ciudadanos de un lugar llamado mundo".

1 comentario:

  1. Muy buena reflexión.Es muy triste que España no haya sabido ver cuanto de bueno tenemos en Catalunya, que nunca nos hemos negado a compartir. Yo nunca dejaré de interesarme por otras culturas porque me enriquecerá su conocimiento y, llevado a un plano más terrenal, nunca dejaré de beberme una buena sidra, de zamparme un buen pulpo a la gallega o de chuparme los dedos con unos callos a la madrileña. Qué estupidez sabotear algo que me gusta, no??
    Es lamentable que mentes obtusas y fácilmente influenciables por determinados medios, se lancen como fieras a defender una España indivisible sin ni siquiera molestarse en conocer el porqué de nuestras demandas.
    Ma ha gustado leerte, guapa. Un beso!
    Núria

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