Para empezar me pregunto ¿Qué es el amor? Algo demasiado ambiguo como para
que se pueda decir en unas palabras, ya que toda definición no llegaría al
alcance de su significado. Sentir que sin alguien no se puede vivir, ¿amor u obsesión?
Sentir cositas en el estómago al pensar en aquélla persona… desear lo mejor a
la otra persona, pero ello también se implica a las amistades. ¿Estamos
hablando entonces de un amigo especial?
¿Sentir un vacío existencial cuándo sientes que lo has perdido? Eso también
ocurre cuando se pierde a un ser querido.
Quizás, puedo concluir que amor es todo un cúmulo de estas sensaciones que
se concentran en una persona que crees que es tu mejor complemento. Creo que me
voy acercando a la definición de amar, pero sólo un poquito.
¿Historias de amor? Muchas, quizás demasiadas, y algunas estereotipadas con
príncipes azules y figuras afines. Todas ellas son diferentes pero todas ellas
tienen un factor común: “amor”, y aún así no sé describirlo.
Amor quizás es una percepción que tiene límites muy estrechos con otras
sensaciones tales como la obsesión e incluso el odio de manera que casi podría
llegar a ser confundido, lo más bello y lo más horrible difieren tan poco… No
lo entiendo, como se puede querer a alguien y a la vez tener un sentimiento tan
horrible, cómo se puede sacar hacia una misma persona lo mejor y lo peor de
otra.
Otro factor común con la palabra amor, que es la que igual se me acercaría
a mi caso: un sueño hecho realidad, pero como en todos los sueños, siempre se
acaba por despertar el soñador, y concretamente, este sueño acabó sobreponiéndose
una pesadilla, de la cual no puedo despertar.
¿Cómo puede ser que el orgullo nos haya podido a los dos? Dado que el amor
es cosa de dos y no de uno. Dentro de la palabra amor existen errores, cariño, complicidad,
respeto… Esto último se ha perdido y de manera recíproca. ¡Qué pena! ¿Verdad? ¿Lo
peor de todo? No poder tirar atrás en el tiempo para remendar los errores.
Atrás han quedado años de sueños cumplidos, y hacia delante queda un futuro
tenebroso, un tanto oscuro e incierto, futuro que antes de una ruptura era una
odisea de color y esperanza e ilusión.
Después de haber creído encontrar a la pieza que encaja con otra
perfectamente, existe la sensación de que es imposible volver a encontrar otra,
toda persona conocida tiene pros y contras, pero en comparación con el idílico
que quedó atrás caminando por otro camino, los contras ganan subliminalmente a
toda nueva persona.
Todas las opiniones sobre el caso son del estilo “pasa página”, “olvídalo”,
pero me da miedo. Tengo miedo de que lo que hoy echo de menos, algún día lo
pueda echar de más. La opinión profesional ha sido “me conviene desvincularme
de todo lo que sea ÉL y que me hace un daño innecesario”. No es justo, ¿por
qué una persona con la que he sido tan feliz tiene que acabar así la cosa? ¿Por
qué no podemos pasar juntos este bache y volver a serlo?
El tiempo lo cura todo, pero cierto es que el tiempo supone el olvido. Otro
factor miedo, un miedo que alimenta a una rabia, y ésta a su vez alimenta un
odio al que temo, pierdo mi manera de ser, no soy yo, no me encuentro.
Mi felicidad me ha abandonado, y mis ganas de vivir también. Las busco y no
las encuentro. A ver si el tiempo me las devuelve, pero en estos momentos no sé
cuándo van a querer volver.
También dicen que el tiempo es oro, pero cuando pierdes a la persona que
amas, se tiene la sensación de que el tiempo pierde valor. El amor y el tiempo
son los bienes más preciados y los únicos que no los puede comprar ni la
persona más rica del mundo.
He perdido lo que más he querido e inevitablemente sigo queriendo. Sé que
lo he perdido para siempre, y es un dolor que me invade por todo el cuerpo,
tanto física como psíquicamente.
Mi entorno está destrozado, y no sé cómo reconstruirlo, ¿la respuesta está
en el tiempo? Igual se nos ha olvidado mencionar a la paciencia.
Estar enamorado es sinónimo de ser feliz, de eso estoy segura ya que lo he
experimentado durante casi ocho años, aunque últimamente mi felicidad estaba
viajando en una montaña rusa, pero existía, y ahora no está.
Mil y un recuerdos ruedan por mi cabeza, momentos alegres, viajes varios,
momentos íntimos y todos tienen el factor común de un sentimiento: felicidad.
El amor no se busca, se encuentra, o mejor dicho, te encuentra. Yo creí que
se había cruzado en mi camino, pero parece ser que no fue recíproco. He
caminado 8 años junto a una persona maravillosa, con incontables cosas en
común, y creía que el amor caminaba con nosotros. Una vez finalizados estos 8
años, se ha descubierto que el amor nos ha abandonado.
¿Lo peor de todo ello? No saber cómo poder localizarlo para que siga con
nosotros, es decir, un sentimiento de impotencia, tristeza, desilusión…
La mejor opción, según el entorno, es continuar caminando en soledad, pero
¿y si siento que no sé caminar? ¿y si no veo el camino? Recomendar seguir otro
camino es fácil, lo que es difícil es guiarlo. Ir por otro camino son palabras,
y como tales, pueden ganar o perder todo el significado que el receptor o el
emisor le quieran dar.
Dicen que el tiempo y el olvido son como hermanos gemelos. No quiero
olvidar, me niego a olvidar tantos momentos, recuerdo momentos tristes endulzados por sus tonterías, cuando tenía un estado de ánimo bajo él sabia arrancarme una sonrisa. ¿Esto lo tengo que olvidar?
Nuestro primer verano,separados durante toda la semana,
todo el fin de semana era para él, cada domingo por la noche deseaba con todas
mis fuerzas coger el primer tren de la mañana del sábado y disfrutar de su
compañía. El día del trabajador, se fue todo el puente, y por verlo media hora
hice un viaje de una hora y media (y 21 euros para una niña de 17 años era un
cuchillazo a mi bolsillo), pero no me importó, y lo volvería a hacer.
Ha sido un amor bonito, precioso, idílico… un amor que a ambos nos conoció
“superpúbers” y, por lo menos, en mi caso, este amor me ha hecho mujer. He
sentido cosas que es imposible que vuelva a sentir.
Cumplimos juntos los 18 años, el cambio a la mayoría de edad. Ambos pasamos
juntos el paso a la universidad, una nueva era… y así iba siendo la cosa,
quemando etapas y echándolas a nuestras espaldas sin más, sabiendo que ambos
creábamos un tándem perfecto, ni nos faltaba nadie, ni nos sobraba nadie.
Todo esto se ha roto por un error, un error de los grandes, ¡qué rabia que
me da! Tal como dice Laura Pausini. Ahora me siento como un ángel deprimido que
no vuela y un demonio entre los dos, en un mar de lágrimas, y creo que por
ambas partes.
Tengo todo un abanico de sentimientos:
·
Cariño
·
Ternura
·
Debilidad
·
Fragilidad
·
Deprimida
·
Inútil
¿Qué valor tiene ahora un “te quiero”? Para mí personalmente mucho más que
el tiempo, el dinero y cualquier bien que se pueda tener en mente.
El tiempo futuro no tiene sentido, ya no está la otra pieza, falta algo. Su
sonrisas ya no son mías, ya no tengo las miradas con sus ojitos negros
iluminados diciéndome cuánto me necesita o cuánto me quiere. Esta luz se apagó,
o mejor dicho se me apagó, perdí el interruptor de esa luz.
Intento aceptar la evidencia, pero día a día se me hace más duro, las
lágrimas no me dejan ver más allá, y unas lágrimas que empiezan por su nombre y acaban
por su apellido. Lo amo, y no sirve de nada, de nada. Inevitablemente esta persona tiene
un rincón en mi corazón, que si lo comparáramos con pisos de lujo, se
encontraría en un dúplex con terraza y plantitas que él siempre había soñado.
Pero a todo ello, la mejor descripción son dos adverbios: nunca más. Duele
el alma pensar así, pero es inevitable, no puedo dejar de llorar escribiendo
estas líneas que sólo pretendo que sean un simple desahogo, líneas sin valor
alguno.
No encuentro alicientes para llenar mis días grises, para conseguir fuerzas
para vivir. Me invade una fría soledad, y uno de los motivos es que necesito
darle mucho más, y espero que sea todo lo bueno de mí, ya que no es porque lo
diga yo, pero dentro de mí, no hay solo maldad, hay mucho amor que dar y con un
destinatario, que a la vista no está dispuesta a recibirlo. ¿Qué hace una
empresa cuando está sobreestocada? Rebajar su oferta, pero a medida que pasan
los días sin él la oferta aumenta cada vez más, y me ahogo en este sobrecariño
que necesito dar que nadie más puede recibir, sólo una persona es destinataria,
es algo gratuito y a la vez personalísmo. Única y exclusivamente para él. Pero
él se fue. Me ha dejado sola en el camino que no sé continuar, como he dicho
antes, o bien no sé caminar sola, o bien no sé por donde tengo que seguir, y
duele, duele que todo esto haya acabado así por sentimientos como cabezonerías,
orgullos varios por parte de los dos.
Una pareja son dos, y siempre han sido dos. Ha entrado demasiada gente en
ella, y un grano de arena se ha convertido en una montaña. Ese ha sido el
problema, de pequeña me dijeron que entre parejas y hermanos no me debo de
meter, porque saldría yo perjudicada, ahora soy yo una parte de esta pareja, y
creo que también he salido perjudicada. ¿Tenía que ser así? ¿El destino ha
querido jugar conmigo? Creía haber encontrado mi media naranja y no quiero
aceptar que era una mandarina. Me niego, sé que él me quiere y que yo lo
quiero, el dolor tardará en salir de nosotros, y sé perfectamente que en una
balanza puede ganar lo bueno, ya que creo que estoy hablando de 8 años frente a
2 semanas.
Ya no me coge el teléfono, y no sé si es por dejar enfriar la situación o
porque me ha dejado de querer. Sé que he sido tonta, me enamoré, y no
supe ver en un momento de enajenación mental. A partir de ahora sólo dejaré
hablar a mi corazón, que está desesperado por ir a buscarle y arrepentido de lo
que pasó.
Cuando empezamos eras un pasatiempo, y con el tiempo me enseñó a
querer, a amar, a sentimientos que sin él no hubiera conseguido conocer, y
sentimientos que cada vez que pienso en ellos se me calma el alma.
Me arrepiento de todo lo que ha ocurrido, necesito una noticia suya, "que
estás bien, que te tiras tres pedos, que hoy has comido albóndigas a la
jardinera, que se te ha roto una uña"…cualquier cosa.
He abierto mi corazón, su vivienda (aunque no literalmente porque si no
sería demasiado pequeña), pero si lo quiere entender lo entenderá.
Hemos vivido mucho juntos: enfermedades, la muertes de seres queridos,
suspensos, aprobados… No dejemos que esto quede atrás, para mí sería un amigo
especial, ya que con nadie he compartido el final de mi adolescencia y
principio de mi juventud, nadie me conoce como tú, y no podrás negar que nadie
te conoce como yo.
Estoy cansada de hacer daño, esto no va conmigo, ha sido una desesperación,
una enajenación mental, he vuelto a tomar la medicación del corbella algo más
fuerte por como lo estoy pasando. El daño es resultado de mi impotencia a no
poder hacer nada más. Ayúdame. Sólo quiero un amigo, nada más. Soy consciente
de que no hay nada más, me ha costado pero ha entrado en mi dura cabezota.
En fin, espero que tarde o temprano podamos volver a hablar como dos
personas civilizadas ante dos cafés, dos birras… o lo que sea. Lo que me
importa es la compañía. He sido muy feliz contigo.
¡Qué curioso es el silencio! Algo tan simple y el daño que puede llegar a
hacer.
Bien, acabaré la carta diciéndote sólo una cosa; Espero soñar con tu
alegría, y que he sido muy feliz contigo, y creo que esto último es algo
sinalagmático. ¿O me equivoco?
Hasta la última vez que nos vimos descubrimos cómo resetear un android.
Tenemos buenos recuerdos hasta enfadados. ¿Vamos a dejar que la cosa se quede
aquí?
¿Amigos?
No tengo toda la esperanza de tener contestación, ni siquiera de que lo
leas, de la misma manera que creo que con nuestra ruptura ha causado el final
de ciclo del Barça. ¿Tu que crees?
Sabes como localizarme “Pikachu” “Chimpànce” o como quieras.
Te he querido mucho, y este te quiero, por el momento no es efímero ni
prescribe, cosa que sí que ocurre con el dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario